Letra de Y que olvidándola (corregida)

En el morral del olvido,
mujer bonita,
pienso guardar los retazos
de aquel amor tan bonito
que se convirtió en fracaso.
Caramba, mujer bonita,
se nos convirtió en fracaso.
Fue una relación hermosa,
radiante y color de rosa,
como para echarte un lazo,
pero el día menos pensado
la mató un encontronazo.
Ahí le di valor al dicho:
cada día tiene un ocaso.
Una mañana soleada,
en la que yo regresaba
con la vergüenza dentro un saco
a ofrecerte mil disculpas
y a perdonar tu mal paso,
encontré un cuadro desierto
que me dejó estupefacto.
Se estremeció mi sentido
y en mi pecho adolorido
sentí como un centellazo
y, anímicamente hablando,
casi que no me levanto:
¡qué buena broma, Dios mío!,
¡dame valor, Padre santo!

Aturdido por el golpe,
en estas noches tiré
este humilde plumazo,
reconstruyendo momentos
de pasión en tu regazo
y evadiendo sentimientos
de los que no van al caso
y esperando que la vida
me mande un mejor cariño
más comprensivo y sensato,
que me quiera honestamente
sin condicion ni rechazo:
sobre todo que me acepte
con mi parranda y mi canto.
Por aquí voy agua abajo
pensativo y cabizbajo
el brazos de un río tan ancho
luchando con la corriente.
No resisto, ya no aguanto
cada segundo, una pena
cada minuto, un quebranto.
Debo ganar la batalla
que mantengo interiormente
con tus recuerdos ingratos.
Comenzare por bajar
de la pared tu retrato
y apartarlo de mi vista,
que en quizá no sufra tanto.

Yo sé que llego a la orilla,
prenda querida,
con otro canaletazo
y, después que pise en tierra,
me sentaré en el barranco
a reírme de las tristezas
y disfrutar mi descanso
y a ver qué me dice el tiempo
que transcurre y va dejando
la experiencia con su paso.
Tomaré un mejor camino,
me persigno y sigo el rastro,
dejando atrás la caída
que me obsequió tu maltrato.
Rencor no puedo guardarte
más bien prefiero dejarte
libre la puerta del rancho
no sea que un mal aguacero
te sorprenda por el campo
y entonces busques refugio,
como hace tiempo en mis brazos.
Aunque sé que no te importo
porque entiendo que en tu vida
tan solo fui un pasarrato.
Pero si algun día te parten
el corazón de un cuerazo,
allí estaré yo, mi vida,
recogiendo los pedazos.