Letra de La piedra y el hombre

Fernando Delgadillo

Letra de La piedra y el hombre de Fernando Delgadillo
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Letra de LA PIEDRA Y EL HOMBRE de FERNANDO DELGADILLO.

( Fernando Delgadillo )

Un hombre tení­a una piedra
y en ella estaba sentado,
era un sujeto ambicioso
y se dirí­a que reservado.
Y el hombre tení­a su piedra
y era suya y nada más...
-que se consigan su propia piedra
todos los demás.

Dijo y volteó para atrás.
Este hombre se habí­a
pasado tardes enteras
sentado en el lomo de la piedra.
Una piedra grande y vieja
que hace mucho mucho tiempo
habí­a ocupado un alto sitio,
abarcando una amplia zona
donde todo era bonito.

Y el hombre
decí­a que suyo era
lo que se habí­a encontrado,
y lo protegí­a y guardaba
más tiempo del necesario.
Pero a cambio bien valí­a
sacrificar comodidad,
por el indeseable gusto
de guardar su propiedad.

Pasó el tiempo, algunos años,
y el hombre seguí­a sentado
algo aburrido, pero firme.
-que se me tuerza la espalda
si me levanto para irme.
Dijo y continuó sentado
mucho más tiempo
de lo que he tardado yo
en contarlo, ¡sí­!

Hasta que se le torció
la espalda de tal manera,
que aíºn no he visto en la ladera
rama más torcida y chueca,
como la espina dorsal
de ese tal cabeza hueca.
-Que venga el diablo por mí­,
si me paro yo de aquí­.
Dijo y se quedó sentado
más tiempo del que pasó,
en lo que cuento
la historia de este hombre,
si la memoria no me falla.

Y ocurrió,
que pasó un dí­a tanto tiempo,
que de viejo se murió.
Y además, murió contento
pues segíºn su entendimiento,
fue cumpliendo su deber
como se vio envejecer.
La piedra sigue en su sitio,
y muchos hombres han pasado,
hijos todos de aquel hombre
que les heredó el mandado.
Por esto, quise contar
lo que a la piedra sucedió,
y si mal no me recuerdo
más o menos supe yo...

Que a la piedra llegó un hombre,
le tuvo un rato sentado
sobre de su gris espalda.
Se hizo viejo y jorobado,
y se murió después de un tiempo;
poco tiempo, nunca tanto
como el tiempo que la piedra
en ese sitio habí­a ocupado.

La piedra, se estuvo riendo;
la piedra, estarí­a pensando...
en los hombres, animales,
que graciosos los humanos,
estos hombres guardan cosas
todo el tiempo, que ocupados